CONFIANZA

Navego tempestades, en las que me pierdo, en esos pliegues interminables que de dentro afuera conforman mi totalidad.


Abro los brazos introduciéndome de pleno en ellas, pensando neciamente que fortaleza es el capitán de mi barco.

Cuando el infierno interior consume la fortaleza, llegas cual faro, dando calor con tu sombra, calmando tempestades, convirtiéndolas en suaves corrientes
navegables.

Sombra que sabes hacer refugio, desde donde observar como la tempestad en la lejanía se convierte en espejismo.







1 comentario:

Anónimo dijo...

Precioso poema y preciosa imagen la que la acompaña. Me ha hecho que me pregunte, si es la mano de ellá que se sujeta a la de él, o es la de él que se sujeta a ella. Una bella imagen que describe un profundo sentimiento y da vida al poema.