Hidalguia caballeresca



Erase una vez, un caballero, de buen ver interior, pues ese es el que cuenta y lo que no se aja. Y de mejor parecer.

Erase una vez, un caballero con espuelas de plata, que en su inconmensurable buen hacer, y teniendo sin saber a más de una dama del reino a sus pies se ganó espuelas de oro.

Erase una vez, que dos damas, de mutuo acuerdo, decidieron solicitar a la autoridad competente, las espuelas de oro para tan ínclito y gallardo caballero. Dicho caballero, merecía el trato de Sir, el de Don se le venía pequeño.

Erase una vez, que el austero caballero, sin saber él de su próxima e hidalga ceremonia, comete el tremendo pecado de arrojar a la basura unos tomos de sabiduría.

Ahh tremendo, tremendo, mí estimado caballero. Salvado sea porque quien le ha de dar el toque de espada sea la Dama Alas, yo se lo daría, más no en el hombro sino en la testa.

1 comentario:

Theabys dijo...

Estoy seguro que este post tiene un origen y un trasfondo que se me escapa..

No Obstante ha hecho me pregunte por el material de mis espuelas...