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No seré yo quien pestañee.

Pero deseo que el tronco no te impida ver el horizonte, y si ese horizonte es el que tu quieres alcanzar, no te vayas en pos de él en velocidad de embestida.

Cruza hacia ese horizonte que tú piensas que es tu camino al final del arco iris, con paso precavido pero firme y consciente de que todo camino puede conllevar uno o más peligros.

No se desearía, que no vieses esa piedra en medio del sendero, que te hiciera tropezar y caer. O que un mal paso, te llevase a un agujero de arenas movedizas.

Eso sólo te demoraría para alcanzar el horizonte, o si el daño en la caida fuese amplio, pudiera desanimarte de proseguir hacia ese horizonte.

Mejor una velocidad moderada que una de embestida. Total... El horizonte no se va a mover de su sitio. ¿ A qué tanta prisa pues en alcanzarlo?